2008-10-01

El espacio encapsulado en la vida estudiantil del arquitecto





Dentro de la vida estudiantil se encuentra muchas responsabilidades; entre esas están las carreras, en particular, arquitectura. Estudiada dentro de un ciclo de cinco años y medio, requiere mucha determinación, pasión y tiempo. La creatividad siempre es buena. Además, uno debe reconocer que la mayoría del tiempo es pasado dentro de un espacio recinto. Por lo cual, muchos de los salones del edificio Seaton Hall se convierten en las primeras casas de alumnos. Mi salón, Seaton Court 212, no es ninguna excepción ni tampoco es la gran cosa. Reconocido por ser viejo y feo, es hogar de varios estudiantes y sostiene un ambiente alentador, creativo y productivo.

Ubicado en la parte vieja del departamento de arquitectura, el hogar se encuentra en el segundo piso de la adición Seaton Court. El salón es algo chico y mide aproximadamente 24 pies y 7 pulgadas por 32 pies. Al entrar, la mirada de uno topa con una columna solitaria y mal ubicada. En general, el cuarto es blanco y depresivo como todo centro de oficinas viejas. Está compuesto por tres ventanales dirigidos hacia el oeste y un pequeño abandonado y obscuro nicho en el sur. El piso de madera es viejo y de un color café anaranjado, nada agradable; su rechino es inevitable como las casas viejas de las películas de misterio. El volumen del espacio en si es agradable, ya que no es pequeño y asfixiante. El techo es viejo y lleno de defectos con pequeños agujeros de vez en cuando por ahí. Al observarlo, uno puede imaginarse millones de pajaritos volando en el aire- su textura es repetitiva y toma la forma de pequeñas aves. En si es una capsula de varias cajas rojas y escritorios que no tienen ningún sistema de organización y abarcan el área sin ningún orden. También es casa de un librero que soporta un sistema de reciclaje. Además, el aire está lleno de cables de colores que pintan una foto vibra y excéntrica.

Aparte de su físico, el ambiente es tranquilo y cálido. De vez en cuando es interrumpido por los aires acondicionados que brindan un ruido monstruoso e irritante. En general, es hogar de trece estudiantes de todo nivel, estatura y raza. Con el largo del tiempo, el silencio del espacio llega a sacar lo mejor de sus habitantes. El medio es cosa seria hecha para el trabajador. A veces puede ser demasiado tranquilo y es ahí cuando logra sacar los lados chistosos de sus habitantes. En estos casos, es tanta la alegría brindada que el espacio llega a ser un refugio de gritos, bromas y fuertes carcajadas. Pero al final del día, es un ambiente arrullador; su presencia es inevitable.

A pesar de que el lugar es un salón que apoya a multitudes de estudiantes en el discurso del tiempo, es un hogar. Un hogar que está hecho específicamente para los estudiantes de arquitectura. Y por nada del mundo, llega a ser olvidado o borrado, ya que su presencia es exageradamente grande en la memoria fotográfica de sus habitantes y víctimas.


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